En México sólo el 25% de los jóvenes mexicanos entran a la universidad.
La cobertura en educación superior en México de 32%, es inferior a la de varios países de América Latina como Cuba o Puerto Rico con 86%.
En México 3 de cada 10 jóvenes en edad de obtener educación superior acceden a ella.
Si lo revertimos, se genera un cambio benéfico en las actitudes y valores sociales del país, así como la mejora y fortalecimiento de la libertad de expresión y pensamiento. Los profesionistas se convierten entonces en los principales impulsores de la educación superior hacia el resto de la población y fungen como ejemplo entre los habitantes.
También aumenta la participación y la organización social en los asuntos públicos, tanto en niveles locales como nacionales. Se hace eficiente el crecimiento de la economía, ya que los trabajadores son más creativos y productivos, y su mayor nivel de conocimiento mejora los procesos de producción, crece la innovación y se diversifican los productos, al aplicar nuevas tecnologías y al incrementarse la investigación para la ampliación del mercado interno y externo, se fortalece la economía nacional, hecho que trae aparejado el descenso del desempleo y la delincuencia (junto a sus costos de prevención y persecución, que disminuyen proporcionalmente).
A nivel social, cuando hay un incremento en el nivel educativo y socioeconómico de los habitantes, se reduce la desigualdad.
¡Revirtamos Juntos estas cifras!